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sábado, 24 de abril de 2010

Feromonas? Humm!


Ella apenas podía dominarse, estaban frente a frente y ambos presos de una extraña inquietud, más que mirarse parecían tocarse, perderse uno en el otro, así era de fuerte la intensidad de su mirada.
Un minuto se hizo eterno, alguien los presentó, sus manos se encontraron y temblaron al roce, estremecidos, convulsos, ajenos a todo cuanto no fuera su piel, aquella química que los dos sentían, explosionaba ante todos.
Parecían estar poseídos por una fuerza extraña que les empujaba a tocarse y sin mediar palabras, cayeron uno en brazos del otro, sus labios se buscaron… …
¿Un virus? No, era sencillamente que habían quedado atrapados en la red tejida por las feromonas.
Sustancia producida de manera natural por el cuerpo, fue definida por primera vez en 1959, años después una científica (Mujer tenía que ser), hizo los primeros estudios para documentar la existencia en los seres vivos de las feromonas.
Es sin duda, la condición que en complicidad con el corazón, convierte un encuentro en inolvidable, hace surgir amor a primera vista, que bien mirado se da bajo la influencia de esta hormona simpática y dotada de condiciones excepcionales en el código “amatorio”.
Caer rendidas/os ante determinada persona del sexo opuesto, sentir que la sangre circula de manera torrencial y el corazón se desboca, o creer que vuelan mariposas en el estómago, no es mas que un derroche de feromonas que nos pone en aviso de que alguien muy cerca nuestro nos interesa de manera especial, aunque no necesariamente se convierta en amor, a veces no pasa de ser una atracción.
Es un aroma que emana del cuerpo y solo es percibido por la mujer en el hombre, o viceversa, ah, pero no se aloquen, no todos, ni todas, tienen desarrollada la capacidad para excretar el potente ingrediente seductor. Hay mujeres que tienen tras ellas un ejército de galanes que les hacen la corte, otras en cambio, suspiran solas y aburridas, o ponen de manifiesto una “artillería” de ataque, sin lograr ni una sola mirada de interés.
Igual muchos hombres y mujeres sin proponérselo, irradian un sexapeel del que aunque sean conscientes, no son responsables.
La sustancia en cuestión es veleidosa y como tal, puede aparecer donde menos se desea, creando el suplicio de atraer a alguien indeseado. Lo ideal sería, poder a voluntad, dominar la hormona y hacer que reviente con precisión ante determinado blanco, Pero no es así, solo se da en determinadas circunstancias ¡Maravilloso!
También en el reino animal, se verifica el fenómeno, el perro olfatea el cuerpo de una perra y los gatos, lamen sus cuerpos en un ritual gatunamente sensual, simplemente obedecen al llamado de la naturaleza.
Los insectos que vuelan, liberan feromonas, haciendo que sus parejas los detecten a gran distancia, saliendo tras de ellos en bandadas.
Aprovechando esta circunstancia, la industria farmacéutica, lanza a la venta constantemente, perfumes, cremas, aromas donde se concentran las feromonas que son publicitadas por medio de grandes campañas y usadas por mujeres y hombres que dan fe de los increíbles resultados obtenidos.
¿A quien hace falta?
Con “mala intención”, utilicemos alevosamente a discreción ese poder, pero ¡Cuidado! No vayamos esparciéndolas por ahí sin medida, porque podemos ser víctimas y mas que dominar, salir dominadas.

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