Así como maduran las uvas, caen mis letras plasmando la esencia de mi verdad más profunda. Empecé a soñar donde el cactus es una piedra más del camino y reverbera el sol, donde la noche se irradia de estrellas que se reflejan sobre la blancura de los jazmines que pueblan mis recuerdos. Soy un latido de una ciudad que es un corazón. Dos cielos me cubren, el propio y el de Sevilla, ciudad pasión y melodía.
domingo, 18 de abril de 2010
La Feria de Sevilla
Sucedió igual el año pasado, hace ya un tiempo que la Feria de Abril es bendecida por la lluvia, este año, de nuevo asoman nubes borrascosas que evidencian un cielo plomizo y las autoridades meteorológicas anuncian alerta amarilla que obliga a clausurar el desfile de carruajes, espectáculo esperado que da inicio al evento. La Maestranza, miraba afligida cómo los lujosos carruajes, se replegaban cual corola de una flor, para que la lluvia no le estropeara.
Este lunes de todos modos habrá feria en Sevilla, ya se huele, se escuchan las pisadas, se siente la algarabía, los trajes dispuestos para ser usados, los mantones y abanicos listos y la flor, ah, que no se diga que una sevillana va a la fería sin flor o peineta.
El Ayuntamiento, a contra tiempo, o como sea, iniciará la puesta de los farolillos e inmediatamente que éstos cuelguen de los toldos de las casetas, el ambiente ferial, será imparable.
Y es que Sevilla es tan Sevilla, que una lluvia mas o menos persistente, no le impedirá realizar su acontecimiento mas relevante, su Feria de Abril. El albero del Real de Los Remedios, habituado ya a al contratiempo de la lluvia, ha resistido con valor el torrente de los últimos días.
Desde ya en algunas casetas hay algarabía, reuniones familiares y de amigos, comidas, el Real lucía desde el sábado como un solar inmenso recién sembrado y temeroso de que la cosecha pudiera ser asolada, sillas, muchas sillas, cubas de deshechos, mesas, carpas y toldos, martilleo y montaje de casetas, cortinas, adornos, carga y descarga de lo que sea, se pinta, ponen rejas, quitan otras, sonidos característicos de un trabajo que año tras año, se hace, es como recorrer un camino conocido, del cual vamos quitando los escollos que a lo largo del tiempo que no hemos transitado por él, se acumulan. ¡Adelante sevillanos, que la Feria de Abril, no se detiene!
Los farolillos, esos pobrecillos que como estrellitas de colores brillarán en el alumbrao, lucen asustaíllos, parecen recordar la odisea del año pasado, ya lucirán su ornamentación sin pasar por la angustia de ver que las gotas de lluvia dejan mustio el papel de sus flores.
Uy la calle del Infierno, a esa si que le vendría de perlas un poco de lluvia para que apague el calor dejado por su fuego y de esa manera los niños despistados y felices, rodarán por el albero, aunque a las madres les de un colapso. No importa papás y mamás, dejen a sus críos jugar con el Bob Esponja, ellos disfrutarán aunque el albero cubra su ropa, así que a relajarse y a vivir la feria.
Lo cierto es que aunque haya pronósticos de lluvia en los primeros días de la semana, esta Feria tiene que darse buena, reta a la lluvia, desafía una huelga, con todo esto, el cielo cerrará sus llavecitas y abrirá en cambio un cráter para que salga el sol y caliente el suelo del Real, para que seque su albero y pueda bailarse bien la Sevillana.
Como dice el Alcalde, “Aunque se llegue un poquito más tarde”, para eso están las lanzaderas del Charco de la Pava, aunque se tarde un “pelín”, se llegará a la Feria, vengan todos, que esta noche de lunes, habrá Alumbrao y esta noche se come pescaíto frito y se toma rebujito y manzanilla, si señor.
La Feria de Sevilla tienen una historia que se remonta al siglo antepasado, podría decirse que ésta es una derivación de lo que eran las ferias ganaderas. Narciso Bonaplata y José María Ibarra, catalán y vasco respectivamente, llevaron una propuesta al Cabildo Municipal, pidiendo autorización para celebrar una feria anual los días 19, 20 y 21 de abril, de aquella feria y las subsiguientes, nace esta Feria de Sevilla.
En marzo de 1847, la Reina Isabel II, concedió a Sevilla el privilegio de Feria, celebrándose la primera de la ciudad un mes mas tarde, con la duración de tres días. En 1877, la Reina en persona visitó la Feria, sirviéndole de acompañante el alcalde de Sevilla para esa época, José María Ibarra, el mismo que había sido precursor, junto Bonaplata de la creación de la Feria.
De ganadera, la feria se convirtió en Feria de Sevilla y en 1914, los tres días, se extendieron a cinco, años después a seis días de festejos feriales, el primer cartel de la Feria, data del 1910.
A partir de 1920, la Feria, empezó a ser lo que es hasta nuestros días, una Sevilla en miniatura, una réplica artificial y efímera, con calles y casetas, el mismo estilo de vida sevillana, llevada a la recreación por medio de su Feria.
El recinto de la feria se conoció durante mucho tiempo, como La Pasarela, esto se debía a una estructura usada para cruzar la calle, en 1973, era tal la demanda, que fue necesario reubicarla en Los Remedios, en un solar mas amplio, ya que el espacio de la pasarela, resultaba pequeño, surgió entonces el Real de la Feria, con calles bautizadas con nombres de toreros, adornadas con farolillos que dan a las noches de feria una connotación especial que la hace perpetuar en el recuerdo.
El punto culminante el día de cierre del evento, son los fuegos artificiales, un espectáculo esperado que entre luces y estampidas parece elevarse al firmamento, diciendo adiós a los sevillanos, hasta el próximo año.
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