solo se, que quemaba mi mejilla y mis ojos ardían.
No se ni donde se escondía,
creo que atrapada
entre el ayer y el dolor,
intentaba escapar.
Me parece que estaba avergonzada,
lucía sinuosa, corriendo por mi cara queriendo evaporarse.
Es que aquella lágrima,
era el último resto
de un tiempo que hasta ayer tenía olvidado
y ella revivió con su asomo, para al fin sepultarlo
para siempre… …
La ùltima làgrima, la que quema por definitiva marca el adiòs que anuncia la superaciòn y un nuevo comienzo.
ResponderEliminarUn bello poema.
Un gusto leerte Miuris.
Un abrazo desde mendoza