Surgió como consecuencia de la tertulia poética Noches del Baratillo, de la amena reunión entre amigos, concertados en romántica bohemia, para recitar versos y agrego yo, para acercarse tal vez a una musa inspiradora dentro del grupo de incipientes poetas que se reunían en el almacén de hierros y chatarra, primer domicilio de aquellos encuentros que con el devenir de los días fueron sumando más y mas amigos. Manuel Barrios Masero y Florencio Quintero fueron los forjadores del proyecto.
Cada vez se agregaban mas personas a las reuniones, se ampliaba el circulo de amigos lectores de versos y creadores de poesía.
Fueron acogidos entonces en el taller del Escultor Antonio Illanes, convertido en hogar de poetas, pintores y todo tipo de artistas.
Noches del Baratillo es una gran institución, sus socios unidos por la sensibilidad poética, han conformado un núcleo fuerte, que crece con el tiempo dejándoles gratificantes satisfacciones.
Está abierta al público sevillano y no sevillano con inquietudes poéticas, son conocidas sus rondas de poetas, charlas, talleres, eventos extraordinarios y un completo calendario de actividades literarias y culturales.
Don José Luis González Cáceres, como Presidente, se acompaña en la Directiva de los señores Manuel Domínguez Senra, Padro Luis Ibañez, María Teresa Jiménez, Araceli Ramos, Milagrosa Díaz y Manuel Márquez.
Calle Macasta #28, barrio San Julián, guardo aún la camiseta con el mismo logo que ilustra este artículo y el pink, guardo también los folios escritos con poemas dedicados por socios presentes, cuyos nombres tengo en el cofre de memorias muy entrañables, parecíamos tan distantes entonces y ahora la distancia se acorta.
Todavía recuerdo cuando comuniqué a José Luis mi próximo viaje a Sevilla y me pidió que expusiera en la Institución, una ponencia hablando de República Dominicana, llegaría en diciembre a Sevilla, ya en enero, mi sangre de raza cálida, empezaba a resentir lo que para mi era un frío casi extremo y el jueves 10, día de la consabida charla, ardía en calentura, aún así arribé tiritando a la calle Macasta sostenida por el brazo de mi inseparable compañero sevillano.
De noches del Baratillo recuerdo también el encuentro en el Restaurante Río Grande, aquel derroche de poemas eróticos en un marco divino, una noche lluviosa y fría donde abrazarse, parecía no solo el contagio con el ambiente, sino una orden. El recuerdo mas entrañable sin embargo, es el calor humano, la cálida acogida que me dieron en aquella casa de la Calle Macasta, permanecerá siempre en mi corazón.
A todos los evoco con especial deferencia, José Luis, el presidente, Mila Díaz, Pepita Oliva y por supuesto mi paisana Dorka Cervantes.
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