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sábado, 27 de marzo de 2010

Despertad Sevillanos!


Las 2:oo, serán las 3:00, esta madrugada se cambia la hora en la Unión Europea, sonarán las alarmas y los relojes y sus dueños, deberán atenerse al nuevo horario.

Es posible que muchos de esos relojes se estrellen sobre la alfombra o sobre la cerámica, cuando las manos a ciegas, busquen el artefacto en la penumbra.

En fin que mañana es domingo, asueto que les servirá para habituar el cuerpo al nuevo vaivén, a despertar que es primavera y toda Sevilla es un jardín en flor impregnada con su inconfundible aroma de azahares.

Un día me volveré alquimista y encerraré en un estuche, los olores de Sevilla, esos que se aspiran en sus calles, donde el azahar tiene un protagonismo indiscutible, pero hay además otros olores que no podemos dejar de lado.

Los que casi se tocan en en la brisa del Guadalquivir, los del centro, el olor de las castañas mientras se asan, los buñuelos frente al Corte Inglés de Nervión, el olor a chocolate a media mañana en La Campana, o el típico olor del aceite donde fríen los "calentitos".

Los aromas que se quedan en el recuerdo cuando te sumerges en El Aljarafe, olores que se mezclan, citricos, olivos, mosto. Pestiños recién sacados del horno, derramando su miel, el dulce de castañas o la jalea de membrillo.

El aroma de un café a las seis de la mañana, que indiscreto se mete entre las sábanas despertando el deseo... de tomar un cafelito, es que ya está la bandeja sobre la cama, con dos tazas humeantes, café negro y capuchino. Ahhh, que rico café ¡Que viva la cafetera!

Los inciensos en Argentario, donde se mezcla el coco tropical con la exótica canela.

Increíble que siento tan etéreo, el olor se impregne y de tal manera quede instalado en el recuerdo, que parece que te roza


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