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miércoles, 31 de marzo de 2010

José Manuel Caballero Bonald


“Cuantas veces, al acabar el día, perdiendo pie en las aguas agolpadas de mis años, he visto arder, gemir, el cargamento de mi vida”.

Cádiz está como una barca atada a su bahía, varada en el puerto, aguarda a que se llenen sus camarotes para levantar las velas y zarpar.

Este año es especialmente relevante para la Tacita de Plata de Andalucía, es la antesala del doce, en este período de doce meses, Cádiz acumula material para el once, donde también le aguarda una jornada laboriosa y patriótica.


La Pepa, la gloriosa Constitución que revolucionó gran parte del mundo, está casi cumpliendo su segundo siglo.


Hay que celebrar a lo grande y Cádiz sabe como hacerlo, su gente, alegre y sonriente, con la alegría que solo saben inferir a sus cosas los andaluces, prepara eventos, hace recuentos, presenta tertulias y prepara el escenario para el gran momento.


Se me ocurre a mi, que es el momento más idóneo para sobresaltar a los gaditanos que en cualquier rama del saber, han descollado poniendo el nombre de su tierra siempre en alto.


José Manuel Caballero Bonald, es un poeta y escritor nacido en Jerez de la Frontera, el 11 de marzo de 1926, es un gaditano cuya obra es exaltada por mérito propio y nada mejor que iniciar con este poeta que vive aún, este ciclo sobre gaditanos ilustres, en la ruta hacia el doce.


En Cádiz estudió Astronomía y Náutica, mientras fue Sevilla la fragua donde la Filosofía y las letras, empezaron a cundir en su conciencia.


Fue colaborador de la RAE, al tiempo que colaboraba con Camilo José Cela en la revista Papeles de Son Armadans.


En el umbral de su vida como escritor, estuvo vinculado como es natural, a grupos de Cádiz y andaluces en general. Desde su incursión a la poesía dejó entrever una fusión entre diversas manifestaciones con tendencias sociales y rasgos de realismo dialéctico.


De una especial personalidad, es un autor indomable que jamás ciñe sus letras a los imperativos de la literatura, circunstancia que fue determinante para su triunfo en “Pliegos de Cordel” en 1963, una época en que la poesía social entraba en abierta decadencia y sus compañeros del Social Realismo, se apartaban en la búsqueda de caminos más individualistas.


Muchos premios a lo largo de una carrera que no concluye todavía:

Premio de Poesía Platero(1950)

Accésit Premio Adonáis de Poesía (1952)

Premio a la Crítica

Premio Ateneo de Sevilla

Premio Andalucía de las Letras, muchos otros, además de los que todavía puede esperar su fecunda obra.


“Dos Días de Septiembre”, su primera novela, (1977), Premio Biblioteca Breve, le convirtió en novelista.

“Descrédito del Héroe” (1977), un libro en el que la memoria no es evocación, sino indagación, no recuerdo, sino conocimiento, fue la obra que le otorgó su primera plenitud como poeta.


Años de silencio precedieron a “Diario de Argónida” (1997), es la historia de un hombre a través del filtro de la memoria, bajo la cúpula del paraíso, que para el poeta supone, el coto de Doñana, ¿Acaso ese hombre será usted poeta?


Un poeta tenaz, constante, que mediante alguna estrofa secreta parece haber descubierto los secretos de la alquimia para mantener cuerpo y mente en estado óptimo, un hombre que de niño, empezó a sentir los rigores de la guerra que sumía a su tierra en el caos y hacía que las familias españolas buscaran en otros países, la paz que les habían robado.


¿Dice usted no recordar el primer libro que leyó? Me parece que es una delicada sencillez de su parte, creo que si lo recuerda, Salgari, o el que fuera, de seguro está claro en su memoria y tal vez ha constituido parte de universo lírico, porque son esos precisamente, parte de los recuerdos que permanecen por siempre dentro de nosotros.

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¡Brindis!

Esta es la mejor cosecha, el brindis exquisito de las letras.