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lunes, 1 de marzo de 2010

EL GRITO DE LA TIERRA




La tierra es el hábitat inmenso que nos sostiene, es la base sobre la cual permanecemos, la creemos nuestra, nos adueñamos de sus confines, marcamos límites y establecemos fronteras que impiden el libre albedrío de ir y venir hacia donde tengamos la necesidad.
Cualquiera diría que la tierra se está cansando de este gobierno dictatorial y anarquico que ejercemos sobre ella y protesta con desaforados movimientos que aterran al universo.
Desde inicios de este año, la tierra parece gritar por el agobio del peso de una humanidad a la deriva que ha querido sobrepasar la voluntad divina.
El saldo dejado en Haití, habla por si solo del horror padecido por el país caribeño.
Tal vez nunca se se tenga una precisión exacta de las víctimas, a pesar de que las estadísticas se cifran en unos 200 mil; nadie puede saber sin embargo, cuantos más quedaron atrapados entre escombros que aún no se han removido, o sepultados en las grietas enormes de la misma tierra que parecía abrirse hambrienta por devorar seres humanos, edificios, o cualquier elemento que cayera en su seno. Ella es como un imán, cuando se mueve con rabia, parece desarrollar una estática que obliga a mantenerse inmóviles, aunque se sienta la necesidad de correr.
República Dominicana, Venezuela, Argentina, Cuba, islas de las Antillas menores y otros países, han sido removidos por sismos menores en lo que va del año y si fuésemos a llevarnos de las predicciones, sobre todo para los países del Caribe, tendríamos que salir corriendo todos e irnos muy lejos de las ciudades que marcan como víctimas casi seguras de supuestos sismos que pueden suceder en cualquier momento según estudios de científicos de connotadas universidades.
El pasado sábado, tocó a Chile, el país suramericano con vasta experiencia sismológica; en la madrugada, mientras los chilenos estaban entregados al sueño, fueron sacudios por un megasismo de idéntica magnitud al que en el 2004 hizo tambalear las aguas del Océano índico generando un maremoto de catastróficas consecuencias.
Según los científicos en la materia, los megasismos se producen en zonas de subducción, cuando se juntan placas convergentes de la corteza terrestre hundiéndose una bajo otra.
El temblor de Chile lo produjo el desplazamiento de la placa de Nazca bajo la placa de Sudamérica, lo que ocasionó una enorme generación de energía.
El mundo está convulsionado, a la destrucción del hombre por el propio hombre, por medio del terrorismo, guerras y enfrentamientos entre bandos enemigos, muchas veces de un mismo país, se suman los desastres naturales, los sismos en primer en primer lugar, son los que más víctimas y destrucción arrojan. Por otro lado, a nivel casi mundial, inundaciones que arrasan con pueblos y sembradíos ocasionando grandes problemas a las naciones que los sufren, nevadas colosales y huracanes que derriban todo a su paso.
Ante todo esto, muchos predicen el cercano final del mundo, los religiosos, cada uno con su dogma, los católicos clamando a Dios, los ateos, basan todo en teorías y los escépticos, manteniendo una aparente calma.
Usted en cual de estos renglones se alinea?
Yo confío en Dios, pero no puedo negar que tengo pánico a los sismos, ¡Ay que miedo!

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¡Brindis!

Esta es la mejor cosecha, el brindis exquisito de las letras.