La historia se repite,
la palabra pesa,
hace un hueco en la piel
y llega al alma.
Llaman extranjeros
a los que trabajando lejos de su tierra
hacen más por una Patria ajena,
que sus propios hijos.
La palabra duele,
porque al decirla, la mastican,
la saborean con saña, con malicia,
es como si con ella, quisieran
horadar el derecho de existencia.
Parecen olvidar,
que muchos de los que hoy
son extranjeros,
ayer abrieron sus puertas,
fueron receptores,
compartieron el pan,
dieron cobija para atenuar el frío
recibieron sin hacer preguntas,
ignorando de dónde eran,
ni porqué llegaban los de allí,
o los de más allá
y jamás les llamaron
extranjeros.
Al contrario,
Compartían su tierra
y aquéllos tomaban sin medida,
no solo el pan, sino el afecto,
el calor de una mano, el amparo
y hasta amor verdadero encontraron.
extranjeros,
sin preocuparse en mirar hacia atrás,
no se dan cuenta que ayer,
los que hoy son
extranjeros,
pudieron ser verdugos,
siendo en cambio, hermanos.
Extranjeros!!
Que imprecación!
No hay comentarios:
Publicar un comentario