En todos los tiempos, el amor ha sido protagonista de proezas increíbles.
Los protagonistas de esta leyenda, son un ejemplo mas de que ni guerra, ni poder, puede contra dos que en verdad se aman.
Escenario: Luarca, una villa de Asturias rodeada de un mar azul, cualidades comunes a cualquier ciudad marítima.
Época: Edad Media, en la que los piratas como una plaga, proliferaban por los mares del mundo.
Cambaral, nuestro héroe, era uno de los piratas más temido por los españoles. Su fama y poder, lo convertía en rey de todo el litoral. Hacía robos de pertenencias muy valiosas, hurtaba naves y al final, torturaba hasta la muerte a sus prisioneros.
Un noble caballero cuyo feudo estaba junto al mar, indignado ante los hechos violentos de Cambaral, se propuso capturarlo, reunió una cantidad de hombres valientes que se dedicaron a realizar la misión, la batalla fue larga y feroz, al fin el Caballero rindió a Cambaral, dejándolo mal herido y hecho prisionero. Cargado de cadenas y conducido a la fortaleza de La Atalaya, donde fue encerrado sin curar sus heridas.
El Señor de Luarca festejaba el triunfo junto a su gente y se preparaba para avisar al rey la buena nueva. Su hija una bella doncella de espíritu sensible y corazón piadoso, pidió permiso para curar sus heridas y se dirigió a las mazmorras.
El moro Cambaral, con su avezado estilo de guerrero y poco habituado a la ternura y delicadeza de unas manos de mujer, se enamoró perdidamente de la hija del noble y muy pronto, la joven también sintió nacer en su corazón ese sentimiento arrollador que hace cómplice y vuelve uno, a dos seres.
Por supuesto que el amor entre ellos estaba prohibido y nadie debía enterarse.
No existen amores imposibles, sino cobardes que no son dignos de amar porque no se atreven a defender su amor.
Cambaral era valiente y como tal, junto a su amada, urdió un plan, aventurado y con escasas posibilidades de éxito, sin embargo hoy, a siglos de aquella aventura, nadie podrá decir que su amor no se realizó por cobardía.
Aprovechando que el padre dormía, la muchacha se reunió con el pirata que le esperaba, sus labios se unieron en un beso apasionado, interminable casi y se entregaron a su amor sin medida, sin inhibiciones, disfrutaron al menos de unas horas de gloriosa pasión que ni la muerte les podía arrebatar.
Hay historias que nacen destinadas al fracaso y esta llevaba implícito el sello de la desdicha. Hidalgo, el padre de la joven, los sorprendió en el momento en que se amaban y enfurecido, con la filosa espada que portaba, mató a los amantes, cercenándoles las cabezas.
Como un dictamen del destino, los cuerpos permanecieron fuertemente abrazados, mientras las cabezas, como si estuvieran poseídas de una fuerza que las impulsaba, rodaron hacia el mar hasta perderse entre su blanca espuma.
Justo en el lugar donde ocurrió la tragedia, se edificó un puente al que todos llaman “El Puente del Beso”.
Luarca, la hermosa villa junto al mar, quedó marcada por la huella de los amantes, el barrio de pescadores lleva su nombre y en su homenaje se erigió el monumento La Mesa de Cambaral, en el mismo lugar donde habría estado la fortaleza.
Cuentan, que cuando es luna llena y brilla su luz sobre el mar, a la media noche, se escucha el murmullo de dos voces que se arrullan amorosas, el diálogo brota del mar.
Miren hacia allí! Dos cabezas, dos bocas unidas por un beso, flotan sobre un lecho de espuma.
Son ellos, son los amantes del puente!
Que viva el amor!
Preciosa leyenda, querida Miuris, donde el amor perdura en paisajes que invitan al ensueño.
ResponderEliminarUn abrazote desde Mendoza