El corazón del ser humano es vulnerable,
frágil como un fino cristal, en un momento se ensancha y late acompasadamente,
sin embargo, es como el ratón de un ordenador,
un clic puede activarlo, pero puede también hacer que detenga.
Por eso hay que vivir, sentir el corazón y darle motivos para que vibre jubiloso,
no sea que sin darnos cuenta, estemos a un clic de dejar de sentir sus latidos.
Por eso viviré este día como si fuese el último,
seré feliz por encima de cualquier obstáculo.
Reiré, amaré, cantaré y seguiré recogiendo las vendimias en un día a día,
donde tengo la certeza de que no siempre me brindará la mejor cosecha.
No me importa, tendré la suficiente paciencia para hacer de un mal vino,
una selecta crianza y libarlo sonriente.
Sonrían, la vida es bella, pero tiene el defecto de ser tan efímera,
que si nos dedicamos a guardar tesoros para luego disfrutarlos,
es posible que éstos permanezcan
mas allá de la triste materia en que nos convertimos.
Así como maduran las uvas, caen mis letras plasmando la esencia de mi verdad más profunda. Empecé a soñar donde el cactus es una piedra más del camino y reverbera el sol, donde la noche se irradia de estrellas que se reflejan sobre la blancura de los jazmines que pueblan mis recuerdos. Soy un latido de una ciudad que es un corazón. Dos cielos me cubren, el propio y el de Sevilla, ciudad pasión y melodía.
viernes, 19 de febrero de 2010
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