Los dominicanos celebran este
sábado 26 de enero, el nacimiento del más ilustre hijo de Quisqueya, Juan Pablo
Duarte Díez.
Martes 26 de enero de 1813-sábado 26
de enero de 2013, dos siglos de recuerdo pero también de olvido de muchos
dominicanos que ignorando la gloria que inviste al fundador de la nacionalidad,
han actuado diametralmente opuestos a la ética que el sembró como principio y
valor en los dominicanos.
Nacido en el Santo Domingo
colonial en el seno de una familia de posición social “acomodada” hijo de Juan
José Duarte Rodríguez y Manuela Díez Jiménez.
Fue un liberal de nacimiento,
podría considerarse como el gran iluminado en cuya mente surgió la primera idea
de libertad, llevada a cabo por él con inteligencia y dedicación hasta lograr
el objetivo de ver libre de dominación extranjera, a la patria dominada
entonces por huestes haitianas.
Pero Duarte no solo se ciñó a liberar
a su tierra del yugo haitiano, sino que combatió cualquier intromisión sin importar de dónde procediera,
ya que la finalidad primordial de un país, debe ser la libertad.
Juan Pablo Duarte el Patricio
dominicano de más elevada moral, fue un hombre signado por la negatividad, ya
que a pesar de haber sido dueño de una mente preclara, encontró grandes escollos
en su camino, a los cuales enfrentó con gallardía, aunque algunos le superaron
en poder y fuerza.
A tal extremo fue abatida su
existencia, que teniendo todo el derecho de ser dueño y señor de su tierra,
tuvo que emigrar en más de una ocasión, ya para salvaguardar su existencia, o
para buscar en otros países, la ayuda necesaria para la causa libertaria.
Habiendo sido el Padre de la
Patria, no respiró los aires de libertad, porque en ocasiones le obligaba el
deber de buscar mejores condiciones para su tierra y porque fuerzas ingratas le
expulsaron sin tomar en cuenta ni sus derechos, ni mucho menos su gloria.
Fue muy grande la odisea de
Duarte, protagonista, gestor, ideólogo de una libertad que no disfrutó,
tocándole la triste suerte de tener que vivir en un obligado confinamiento,
este hombre que todo lo dio por su tierra, que dio a los dominicanos el privilegio
de ser una República soberana de toda dominación foránea, ni siquiera exhaló su
último suspiro bajo su cielo quisqueyano.
Debemos a Venezuela la gratitud de
acoger a un Duarte agotado ya, desesperanzado y lleno de la angustia de pensar
que como tal sucedió, no podría pisar de nuevo aquella amada tierra que le vio
nacer.
Enfermo y solo murió en Caracas,
el 15 de julio de 1876, ironía del destino o designio que 38 años antes, el 15
de julio de 1838, este hombre forjaba, lleno de ilusión y esperanza, la acción
que al día siguiente, o sea el 16 de julio, dejaría creada, la sociedad Secreta
La Trinitaria, mediante la cual, lograría junto a otros valientes dominicanos,
sacar a su tierra de una dominación que la envilecía, para convertirla en una
nación independiente.
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