Igual que aquella tarde,
como cada mañana cuando el sol aparece,
igual que esa carta que jamás se escribió.
Así rompió la vida la huella
de la primera vez que tus manos,
por mi piel transitaron.
Así como maduran las uvas, caen mis letras plasmando la esencia de mi verdad más profunda. Empecé a soñar donde el cactus es una piedra más del camino y reverbera el sol, donde la noche se irradia de estrellas que se reflejan sobre la blancura de los jazmines que pueblan mis recuerdos. Soy un latido de una ciudad que es un corazón. Dos cielos me cubren, el propio y el de Sevilla, ciudad pasión y melodía.
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