El
viento, el aire, el sol,
la luz
de las farolas al tocar la noche,
es como
un conjuro,
como la
advocación de algo intocable,
así se
muestra el tiempo,
misterioso,
indeciso.
Como el
disimulo de un beso robado,
o la
caricia ardiente que se toma al descuido,
así
estos días de frío se quedan en mi piel
y la
dejan marcada.
Como un recuerdo,
unos versos que alguien nos inspira,
como la sal que queda de una ola,
o el efluvio que deja una tarde de lluvia.
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