El
16 de agosto, los dominicanos conmemoramos un aniversario más del inicio de los actos bélicos,
que dieron como resultado, una contienda por la restauración de la Republica
Dominicana, cuya independencia había sido proclamada el 27 de febrero de 1844.
Desde su fundación, la independencia estuvo amenazada
por las luchas internas entre los fundadores y otros grupos que protagonizaron contundentes actos
de presión que terminaron por romper la incipiente libertad del pueblo
dominicano.
A
las luchas de intereses entre los dominicanos, se sumaron invasiones, amenazas
y presiones de los haitianos, que abogaban por la unificación de la isla,
basados en falsos alegatos que según ellos, les otorgaba el Tratado de Basilea.
Francia,
España, Inglaterra y Estados Unidos de América, ejercían presiones en contra de
la soberanía nacional y en apoyo a los grupos anti restauradores, ya que
pretendían mantener en territorio dominicano, defensas armadas para llegado el
momento, atacar a otras potencias.
En
el caso de los haitianos, ya que ellos sólo querían esa parte de la isla para
evitar que cayera en manos de alguna de esas potencias y en caso de verse
atacados, dar a Quisqueya como botín de guerra, en un eventual acuerdo de paz.
En
este estado de inestabilidad social,
política y económica y en medio de los constantes cambios de gobernantes y el
revanchismo político, el país pasó sus primeros años de vida republicana, hasta
que el 7 de julio de 1857, estalló en el Cibao, un movimiento conocido en la
historia dominicana como la Revolución de Julio que terminó con el
derrocamiento del segundo gobierno de Buenaventura Báez y abriendo el camino
para el tercer y último gobierno de Pedro Santana.
En
1860 empieza a germinar la anexión a España, apoyada en una antojadiza exposición
que escribió Santana a la reina Isabel II, en la que argumentaba entre otras
cosas, que el hecho de tener el mismo origen, religión y costumbres "nos
inclinan a desear encontrar esa estabilidad en una más perfecta unión con la
que fue nuestra madre patria que la que existe y seguramente nos presentará
mejor oportunidad que las que ofrecen hoy las circunstancias".
Como
resultado de esta solicitud, llegó a Santo Domingo el general español Gutiérrez
de Rubalcaba para estudiar la situación y rendir un informe, que fue favorable
a la petición de anexión y Santana procedió a someter las bases en que debía
apoyarse la anexión especificando una serie de cánones que jamás fueron
acatados.
Para
las primeras horas de la mañana del 18 de marzo de 1861, Pedro Santana convocó
al pueblo a la plaza de la catedral, hoy parque Colón, para darle oficialmente
la orden de bajar la bandera dominicana, para izar el pabellón español y entre
las proclamas y argumentos en el acto de entrega, Santana exclamó:
"España
nos protege, su pabellón nos cubre, sus armas impondrán a los extraños,
reconoce nuestras libertades; Y juntos las defenderemos, formando un solo
pueblo, una sola familia, como siempre fuimos; Juntos nos presentaremos ante
los altares que la madre patria erigiera".
Tras
períodos de verdaderas crisis para los dominicanos de ese tiempo, a guerra decisiva para Restauración, se produjo
el 16 de agosto de 1863. Acontecimiento que nos devolvió la soberanía que jamás
debemos permitir que vuelva a sucumbir.
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