Frente a frente los
dos,
mirándonos la cara a
hurtadillas.
Ambos disimulando,
la ventisca interior
que nos sacude.
Son vientos de otros
lados,
pero igual nos
conturban.
Porque somos raíces de
renuevos que
han plantado otros
jardines.
Nidal de aves que en
otro lado vuelan,
sin que podamos coser
sus alas rotas,
o regar su rosal si se
marchita.
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