Porqué no te atreves a mirarme?
Es que temes acaso que vea cómo tiemblas,
o que note cómo bajan dos hilillos de llanto por tu
cara?
No te apures, mírame!
Soy yo quien siente pena de que vuelvas la cara,
si te hubieras
atrevido,
habrías advertido que yo también lloraba.
Quizás por causas diferentes,
posiblemente porque mi historia mas triste que la
tuya,
se me subía al alma y me descontrolaba,
tal vez porque mi soledad y la tuya ya no son
coincidentes.
Porque las penas son como las cosas,
la mía es hoja seca corroída por el viento,
y tu ya eres capullo que una abeja ha libado
haciendo en otro nido otro panal.
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