Caen las hojas del calendario y mientras lo hacen, son
como mapas en la piel, huellas de caminos, pinceladas de otro tiempo.
Van y vienen los meses, llegan días simbólicos
marcados por acontecimientos especiales.
Días de calor ardiente que han dejado recuerdos,
nostalgias, añoranzas, tardes de cálida melancolía, que huelen a café y
conservan el aroma de la ilusión de entonces.
Pasa el tiempo, se encadenan las horas para formar una
red donde se van acumulando los deseos, los recuerdos…
Sube y baja el telón de este gran escenario que es la
vida y los actores no aprendemos de memoria unos textos que tendremos que
escenificar, porque tienen letras que nos aturde el alma, desfilamos por esta
pasarela inmensa y preferimos llevar el rostro pixelazo, para que nadie note
que nuestros brillan demasiado y que ese fulgor, es solo un vapor de llanto que
pretendemos esconder.
No sabemos que desear, si pedir al tiempo que se
detenga, o mejor desear que corra, que continúe sigue con tu carrera desbocada
y loca, mientras recorremos con el pensamiento, los evocaciones de otros días,
otros meses, otros años, mejores o peores? Es igual porque de todos modos ya
pasaron.
Valoremos y atesoremos el
día de hoy, la noche de ahora, lo que somos y tenemos hoy.
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