Una música, un verso,
una palabra,
un recuerdo, un suspiro,
un amor que se ha
muerto, un olvido,
tantas cosas, cualquier
cosa,
puede ser el detonante
de la lágrima que
incontenible
rueda por una mejilla.
Es una lágrima perenne,
petrificada y silente
su humedad se evapora,
pero ni el viento puede
secar su huella.
Ella estremece,
su destello se sumerge
en el alma
y la conturba.
Esa discreta lágrima,
En silencio divulga una
tristeza
retratada en la mirada.
Una lágrima puede contener el llanto de todo un mundo o la dulzura de una cruel melancolía. Un poema con sencillez y contundencia. Un saludo.
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