Tengo la mala costumbre de
soñar,
no aprendo que la vida es
realidad,
que utopías si acaso dan
felicidad,
es como un globo que revienta
al contacto con la luz.
Tengo la mala costumbre
de ilusionarme con la luz del
día
y cada noche,
como pompas de jabón, vuela mi
fantasía.
Un nido de cristal desmoronado,
nubes de algodón que se
deshacen,
una risa con tinte de payaso,
es el sarcástico recuento de
esta historia.
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