La
mariposa sabe de vuelo,
yo
de vida,
de
morder el polvo del camino,
ella
abate sus alas
y
trepa al infinito,
yo
en cambio con las alas rotas,
cuando
intento volar, me despedazo.
La
mariposa vuela entre nubes
después
de haber libado de las flores
su
perfume y néctar,
mirando
hacia lo alto,
yo
quisiera imitarla.
Sin
embargo, las cadenas que no marcan mi piel,
sino
mi alma,
robando
mi energía,
me
consumen.
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