Que queda de una rosa que no sean
unos pétalos mustios, sin color, sin aroma.
Que queda de un camino que se
cierra y enreda para ser laberinto sin norte, sin salida.
Que queda de los sueños que con
tanta ternura alimentamos, que de las ilusiones que como pompas de jabón
besadas por el sol, revientan, dejando a veces, heridas que no cierran.
Que permanece de la infancia, si a
veces se enturbian los recuerdos por la frase o actuación de quien habita como
Dios en ellos.
Que queda del ayer tan lleno de
añoranzas, de figuras que han partido llevándose con ellos, un costal de
amarguras.
Que queda del amor que pasa como
un rayo, del que no queda ni su luz.
Que queda de la vida si al final
todo pasa, que va a tocarnos de una supuesta eternidad.
Adonde van las almas, cual será su
recompensa, donde al fin marcharemos, que seremos y sentiremos.
Que lugar nos darán en ese vuelo
que abordaremos todos inexorablemente.
Que quedará de nosotros cuando
cese la vida dando paso a esa otra parte mas o menos misteriosa, mas o menos
ignorada, mas o menos temida.
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