Se puso el abrigo,
ajustó sus gafas,
se miró al espejo
y cualquiera al verla habría pensado,
que el cielo en sus ojos estaba pintado.
Ni una sonrisa,
tan solo en sus labios un rictus amargo,
única señal de que estaba viva.
En una mirada envolvió al momento,
y abriendo la puerta se marchó en silencio,
caminaba leve, como si en cada pisada marcara su
adiós.
Miraba hacia el frente,
pensando quizás adonde llegar,
si lo mismo daba quedarse o partir.
Se perdió en la tarde sin sol y sin luz,
Ni cuenta se daba que anochecía,
o de que llovía y el agua empapaba.
Siguió su camino sin norte ni sino,
un camino largo que no terminaba,
la cubrió de polvo cayendo rendida,
nadie la miraba, nadie la esperaba… …
Como siempre, tus letras son esmeradas y muy cálidas. Un placer saludarte, Miurius. buena semana.
ResponderEliminarVengo del blog de Luz María Jiménez Faro y me ha encantado tu Rincón; por lo cual, si no te importa, me gustaría ser Seguidor de tan Bello Espacio, lleno de Magia, Sentimientos, Sensaciones y Fantasía.
ResponderEliminarUn abrazo.