Como duele volver para volver,
contrastes de emociones,
sentimientos que se bifurcan como un camino agreste,
o una senda verde.
Recuerdos que no mueren, se adormecen tan solo
para despertar reverdecidos o para hacer que se encrespe
el corazón
cuando pretende dividirse y se quiebra de
impotencia.
Huellas que van quedando marcadas allá, acá,
en la infinita pequeñez de un mundo que no es otra
cosa
que un pañuelo enlazado por sus cuatro esquinas
y en su fondo, nos balancea como títeres de un
triste espectáculo.
No somos dueños de nada, nada somos y nada tenemos,
en este laberinto de universo,
somos obligados a dividir el corazón,
que desconsolado y pesaroso,
revienta al fin sin remisión ni fuerza.
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