Tu y yo perdidos,
varados en la curva de la vida,
sin luz y sin señal,
con la sola constancia de vivir,
o creer que vivimos.
Atrapados los dos en una trampa,
no fue una cita a ciegas,
fue la respuesta a una fuerza que nos empujaba.
Caímos estrechados en los brazos de una noche
que nos rindió en la hondura de una llama
en la que nos quemamos.
Ahora una nube de ceniza
cubre nuestras miradas,
muriendo estrangulados entre la rutina.
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