El hombre de mi vida fue cruzando caminos,
me llevo de la mano, me mostró su sendero,
me dio en cada palabra, una nueva enseñanza.
El hombre de mi vida no busca en mi una noche de juerga,
no persigue caricia, no le importa si soy fea o bonita,
porque sus ojos son alma que han forjado la mía.
El hombre de mi vida dejó abierto un surco
que se abre estos días emanando nostalgia,
le busco en mis recuerdos, le llamo en mis desvelos.
El hombre de mi vida partió una mañana,
hace ya tanto tiempo que su nombre y figura,
se borran del recuerdo, solo queda su esencia.
El hombre de mi vida no es aquél, ni este, ni el otro,
es aquel que a jirones,
por mi dejó en la tierra, trasplantada su piel.
El hombre de mi vida… fue mi padre!
No hay comentarios:
Publicar un comentario