El paso del tiempo
deja en mi piel la huella del olvido,
me absorbe, se mete
por los poros y me apabulla.
El tiempo viene y va
y yo le espero, me
encandilo en el calor del día,
me consumo en el sopor
de las noches de insomnio.
Pasa sobre mi cuerpo y se ríe en mi cara,
es un sol, una luna, mil estrellas,
deja en mi una nube de
asombro,
discurre sin ayer,
todo lo borra
y a la vez lo marca
cual estampa,
es como un surco en el
que se ha sembrado
una semilla de luz,
otra de sombra.
El tiempo es una daga
que se entierra en mi yo,
me deja herida,
atónita, aterida de miedo.
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