Era un beso,
así me lo decía,
pasional y emotivo,
un solo beso que de
mis labios pedía.
No se lo pude dar, no
me nacía,
mis labios para él
eran de hielo,
mi cuerpo junto a él,
estaba muerto.
Si la mirada no fuera
suficiente,
su voz era apremiante,
suplicaba!
Pero mi voz calló,
mi voluntad fue hierro,
gritó mi corazón
porque en otro lugar,
en otro corazón, otra
piel, otro cuerpo,
me aguardaba el beso
por el cual yo moría.
Mientras corría a
buscarle,
sentí pena de haber
negado un beso
a quien con tanta
devoción, me lo pedía.
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