Cada día, una ilusión,
cada mañana, una nueva esperanza,
cada despertar, un sueño,
que van agonizando lentamente,
hasta morir entre suspiros de impotencia.
Mueren los sueños, la esperanza muere,
se diluyen en mar de incertidumbre las esperas,
anhelos y los delirios.
Cada noche, al cansancio del día, se unen irremisiblemente,
dos deseos, el de cerrar los ojos y evadirse,
o nuevas ansias nos dan otra vez la esperanza
de despertar y adueñarnos del sol.
Sombra y luz en el hemisferio de pieles ateridas
que las dejan rendidas, caducadas,
o reinventando la vida entre aflicciones.
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