Me contaron,
ya sabes,
unos buenos amigos,
tuyos y míos,
compañeros de juergas y bohemias,
me hicieron el favor de decirme,
que en los brazos de otra,
te olvidas del amor que me tienes.
No temas,
no creeré lo que ellos dicen,
me basta con saber,
que ninguna mujer tiene tus besos,
que a ninguna amas
con la misma pasión conque me amas.
Ahora que recuerdo,
nuestra mejor amiga,
fue la que con más vehemencia,
me narró de qué modo,
me engañabas con otra.
Ahora que lo pienso,
me doy cuenta que es ella,
la mujer que pretende tu amor,
es tan necia, tan apocada,
que ella misma se delata.
Pobre!
La entiendo, Porque nadie,
la ha amado nunca.
Eso es confianza, espero que tenga fundamento.
ResponderEliminarUn saludo
Decir que es interesante, pues, así lo expresarán mucho. El hombre, cazador innato, no deja de amar a una mujer. Simplemente necesita sentirse como tal, guapetón, y que mejor manera que lanzarse a los brazos de una mujer por sólo unos breves minutos, y así va y va. ¿La mujer no tendría derecho a sentirse la cazadora? Difícil respuesta. Preferiría que sea aquella mujer recatada, que al final verá como se desmorona ese castillo de arena que la otra se creó para sí misma. Habrá en cada hombre, muchas hacedoras de castillos de arenas
ResponderEliminarHola Pilar, como te sienta la llegada del frío y de las lluvias.
ResponderEliminarAmiga querida, no es ni verdad, ni falso, solo es producto de la inspiración, nada personal, ni que me una a ese supuesto triángulo, existente solo en mi intelecto.
Un cálido abrazo.
Apreciado amigo panameño: Te diriges a una mujer nada mojigata, sin dejar de ser recatada, no considero que el hombre siempre deba ser el cazador, cuando he debido vestirme el traje de cazadora, lo he hecho con óptimos resultados y ninguna resaca moral.
ResponderEliminarCiertamente como mujer femenina y romántica, dejo al hombre ciertas atribuciones, tampoco le confiero el derecho de sentirse conquistador, cuando existen límites como los de un compromiso.
Los castillos, me gusta edificarlos en compañía, otorgo al hombre idénticas condiciones que a la mujer, nada de supremacías.
Un cordial saludo y gracias por tus habituales comentarios que son bienvenidos.