Continuando con esta travesía del recuerdo, la ruta
del bolero esta vez toca la hermosa tierra de Cuba, la isla que marcó el arte
con letras doradas. Era en el Caribe, el lugar anhelado por los cantantes, ya
que cantar en Cuba, significaba una especie de trampolín que les lanzaba a la
fama.
Hoy quiero hablarles de Luis Fernando Albuerne
Garcell, quien recorrería los caminos del bolero como Fernando Albuerne.
Nació el 28 de octubre en Sagua, norte de Cuba, en La
Habana estudió Ingeniería Agrónoma, teniendo lejos de sus planes la música.
Sin embargo la tramposa vida tejió a su alrededor
una historia diferente a la que Fernando había imaginado. Cantaba bien, en las reuniones los amigos elogiaban su voz y
le alentaban.
Llegó a Cadena Suaritos con la idea de grabar un
disco y al escucharle cantar, salió contratado, el debut fue el 17 de noviembre
de 1941, “Ven amor” fue la canción que marcó la senda de este cantante de voz
suave y melodiosa que en poco tiempo era ya un ídolo.
Luego vinieron las giras internacionales, en
Argentina grabó su primer éxito “Dicen que tengo celos”, con cuya venta
extraordinaria obtuvo su primer disco de oro.
Triunfó en
cada país que visitaba, arrasando con los títulos como cantante más popular y
más querido por el público.
En 1953 visitó Europa, enloqueciendo al público de
la época, mujeres y hombres se rendían al encanto del cubano de la voz
acariciante.
En el ir y venir donde lo llevaba su canto muchos
fueron los países tocados, en 1960 decidió instalarse en Caracas.
Desde allí se trasladaba a sus giras
internacionales, también radicó en Miami, murió el 8 de julio de 200 a los 79
años.
Aunque mantenía el profundo anhelo de hacerlo, nunca
más volvió a su tierra, la canción de
Luis Aguilé “Cuando salí de Cuba” lo expresaba con sentimiento y angustia: “Es el sueño de todo hombre volver al suelo donde
nació, y así también sueño yo. En la noche rezo en silencio esperando el día en
que pueda volver a sentir el calor del sol mañanero y a pasear por las calles
que tanto añoro.
Muchas cosas pueden apartar a un hombre de su tierra
natal, pero ni los años, ni la distancia pueden cambiar el sentir de un
corazón, y un día, tal vez no muy lejano, volveré a la Patria que tanto amo”.
Sin lugar a dudas que esas palabras tan sentidas,
las hacen propias muchas personas que alejadas de su tierra, habitan lejos del
cielo que les vio nacer y sueñan con volver.
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