Corté las rosas del jardín que plantamos,
los pétalos marchitos caían tras de mi,
y sin volver la cara, dejé que se esfumaran entre el viento.
Son nuestras rosas,
pero no importa,
la tierra está cansada y hay que abonarla,
una nueva semilla germinará en esa misma tierra,
cuando llegue la lluvia del otoño.
Conservo en un jarrón los últimos capullos,
son hermosos y aún conservan el aroma,
por si acaso me fallara el recuerdo,
por si tu lo olvidaras,
a ambos bastaría con las evocaciones
que como una muralla levantamos,
tu en tu corazón,
yo en el mío.
Ni jardines ni rosas,
somos mucho mas que una tierra,
nos amamos mas allá de todo lo tangible.
Tan bonito poema, tan lleno de sensaciones y de colorido. Encantadora como siempre tu escritura.
ResponderEliminarUn abrazo desde Ciudad de Buenos Aires