Bajo la arena ardiente,
resignada y silente caminaba,
un volcán interior calentaba su sangre,
hacía presa de ella la ansiedad.
Larga ruta de hiel y espina,
laberinto henchido de imposibles.
Noche Sin fin, reloj que no mueve sus agujas,
el tiempo se detiene
mientras la agonía,
hace de su cuerpo un derrotero.
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