En
esta ruta rítmica que va tras las
huellas de los hombres y mujeres que con su voz engrandecieron el pentagrama
musical, cuyo itinerario empezó en Argentina, desde allí a Cuba, toca hoy
recordar la trayectoria de un dominicano que nos legara junto con su música,
una hoja de vida que debe llenarnos de orgullo.
Se
trata de Alberto Beltrán el inolvidable y célebre “negrito del batey”. Nacido
en un municipio de La Romana, de origen muy humilde, en su niñez fue vendedor
de dulces ajenos en las calles de su pueblo.
Teniendo
14 años, empezaron sus piruetas con la música, en un programa de aficionados en
la Voz del Yuna, posiblemente no adivinaba que llegaría a ser un cantante de
voz melodiosa.
Fue esa la atalaya desde la cual el joven
Alberto empezó a perfeccionarse recibiendo clases de canto e integrándose a grupos
que luego se convirtieron en orquestas.
Interpretó
el merengue que le dio el sobrenombre, “El negrito del batey” de la autoría de
Medardo Guzmán, para luego formar parte de la orquesta The Dominican Boys, con
la cual hizo su primera internacional.
Era
dueño de un verbo locuaz y gracioso, se fue
Cuba el país que entre las décadas 40 y 50 era como quien dice, el
asiento de los grandes espectáculos.
En
1951, en Puerto Rico graba “El Diecinueve”, su primer tema, cuando regresa a su
país, el destino le deparaba la suerte de trabajar con la Súper Orquesta San José.
El
negrito del batey vuelve a Cuba, su amigo y compatriota Tirso Guerrero lo
conecta con el director de una orquesta muy famosa, la Sonora Matancera que
buscaba un cantante para sustituir a Bienvenido Granda, entra a cantar en
calidad de invitado, con dicha orquesta Beltrán grabó grandes éxitos.
Fue
cantando con la Sonora que el locutor Germán Pinelli, lo bautizó con el
sobrenombre por el cual todavía hoy, se le conoce, en alusión al merengue “El
negrito del batey”, que había grabado.
La
voz de Alberto Beltrán era conocida y aplaudida en todo el Caribe, Cuba le
adoraba, fue en esa isla donde alcanzó la plenitud de su carrera.
47
discos grabó el dominicano, todo un récord para esa época, el cantante después
de un tiempo abandonó Cuba y se lanzó como solista, luego abrió una tienda de
discos en Miami, un lugar de bohemia donde las tertulias de amigos eran
nostálgicos encuentros de amigos que hablaban de viejos tiempos y escuchaban la
música que le hizo famoso.
Enamorado,
Todo me gusta de ti, Te miro a ti, El Diecinueve, Ignoro tu existencia, Cuando vuelvas conmigo, son títulos que
identifican a este cantante considerado como uno de los grandes boleristas
dominicanos.
Alberto
Beltrán falleció el tres de febrero de 1997 en la ciudad de Miami, USA.
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