Un
aleteo suave rozaba mi ventana,
abrí
los ojos para luego cerrarlos y quedarme dormida.
En
mis sueños,
mil violines
estallaban,
era
una serenata de nostalgia,
rumor
de viento suave que a su paso dejaba
una
alfombra de hojas amarillas.
Traspasando
el umbral de mi ventana,
me
cubrió su aroma de añoranza,
desperté
y percibí el eslabón que nos une.
Supe
que eras tú que llegabas,
haciendo
tintinear el cordón que nos une,
igual
que cada año haces en tu aparición.
Sé
que tu paso será una marca más,
me inclino
sin embargo
y en
la alborada de tu arribo,
grito
tu nombre septiembre!
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