Dímelo
si me quieres,
no lo
calles.
Al
menos una vez, grítalo fuerte,
No sea
que mañana cuando quieras decirlo,
ya sea
tarde,
porque
me habré cansado de esperar.
Así como maduran las uvas, caen mis letras plasmando la esencia de mi verdad más profunda. Empecé a soñar donde el cactus es una piedra más del camino y reverbera el sol, donde la noche se irradia de estrellas que se reflejan sobre la blancura de los jazmines que pueblan mis recuerdos. Soy un latido de una ciudad que es un corazón. Dos cielos me cubren, el propio y el de Sevilla, ciudad pasión y melodía.
Gritar en silencio tal vez sea la única manera de que lo sepas. Mañana nunca será tarde
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