Juró que volvería,
no temas, dijo,
verás que antes del fin de cualquier día,
aquí estaré de nuevo.
Me alcanzaba el véspero inclinada en la ventana,
se pintaba mi cuerpo en su hueco, era mi refugio,
Quería ver cuando arribara por la cuesta.
Tantos fueron los días que pasaron,
que perdí la noción del calendario.
Pasó la primavera y el verano,
el otoño al llegar, pintaba de añoranza mi recuerdo.
Al llegar el invierno,
una tarde sin sol, casi luz,
envuelta en una bruma que me salía del alma,
mi vida al fin se disipó en la nada
y en la propia ventana, quedó mi cuerpo inerte.
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