Un aleteo suave,
en mi ventana, dibujábase un pálido resol,
parecía que el
sol que agonizaba.
Las cosas de la
vida!
Se teñía la
alcoba de un color mortecino,
cuasi igual al
color que mis ojos,
aquel día reflejaban.
Así como maduran las uvas, caen mis letras plasmando la esencia de mi verdad más profunda. Empecé a soñar donde el cactus es una piedra más del camino y reverbera el sol, donde la noche se irradia de estrellas que se reflejan sobre la blancura de los jazmines que pueblan mis recuerdos. Soy un latido de una ciudad que es un corazón. Dos cielos me cubren, el propio y el de Sevilla, ciudad pasión y melodía.
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