Dicen que es el poder de Dios el encargado de hacer todo cuanto acontece en la tierra.
Mirándolo así, no habría que tener una inteligencia preclara, para pensar que en ese caso, Dios no es el espíritu iluminado y puro que nos enseñan, que me perdonen todos, que me perdone Dios en quien confío y de quien solo espero bendiciones puras alejadas del dolor.
Lo real y contundente es que una vez mas tenemos que lamentar la desgracia de un pueblo sacudido por la furia de una tierra que en su estallido, ha lacerado miles de vidas.
Las grandes tragedias suelen ser caprichosas y casi siempre eligen destinos marcados por la miseria, pueblos sumidos en el infortunio cuya defensa es nula para defenderse, sobran los ejemplos, el último de los cuales fue Haití.
Japón, último destino de una tragedia sin nombre, es un pueblo del cual no podemos decir que sea pobre, al contrario, y es además un pueblo preparado para los movimientos telúricos que ha sufrido en otras ocasiones.
Esta vez sin embargo, la magnitud del sismo ha sido tal, que como agua entre los dedos, escaparon las posibilidades de salvación, ya que al sismo siguió la devastadora fuerza del tsunami, arrasando lo que se salvó de éste.
Hoy los japoneses miran aletargados entre los escombros, la destrucción causada primero por la tierra, luego por el agua que frenética, derribaba edificios destruyendo a su paso vida y bienes.
Japón vive hoy días mas cortos porque así lo marcan las leyes de la naturaleza, pero este pueblo se sumerge en otras noches largas y fatídicas que inevitablemente tendrán que unirse a las de Hiroshima y Nagasaki, quedando aquellas minimizadas ante este poder destructivo.
Este pueblo, indiscutible Fénix que ha sabido resurgir de sus cenizas, tiene en su historia muchas tragedias, ojal que una vez mas, encuentren inspiración para renacer y levantar de sus escombros, una nueva fuerza vital.
Es ley de vida y aunque nos destroce, sigue el curso de la humanidad en una ruta que destruye, crea y reinventa.
La economía, se recupera, los edificios se levantan de nuevo, la tierra cierra sus heridas, lo verdaderamente irrecuperable, son las miles de vidas arrasadas por las furiosas olas de un océano voraz que parece albergar en su fondo, una sed insaciable de vidas.
Destrucción, caos, muerte, a eso se reduce la vida, el poder, la riqueza, a esa horripilante categoría queda sujeta la condición humana, que lamentable que no se aprenda que la vida es un corto episodio, que quienes poseen bienes y poder, sistemáticamente pisoteen la dignidad humana, humillen y dobleguen sin tomar en cuenta el dolor de quienes en situaciones menos afortunadas, merecen un gesto de misericordia.
Qué lamentable que las lecciones que nos dejan las grandes tragedias sean olvidadas, qué necios somos y de qué manera dejamos que trasciendan nuestras míseras conciencias y solo golpear el pecho, cuando nos acorrala la angustia.
Unamos nuestras plegarias por los japoneses, que las almas de los muertos descansen tranquilas y las almas que aún transitan en esta dimensión, tengan consuelo.
Dolor, incomprensión.
ResponderEliminarUn abrazo
Que savio es tu escrito y cuanta razon tienes en todo lo que en el dices, pues nose como nos mira Dios, pero siempre nos hace pagar sus furias a los mas pobres y mas humildes, y que poco o nada se preocupan esas grandes religiones, y con cuanta estupidez se presentan a nosotros diciendo que representan a Dios, no importa como se llame ese Dios. un saludo y que tengas siempre esa luz tan clara en tu mente para decir lo que piensas.
ResponderEliminarHa sido un placer leer tu escrito,cuanta verdad,y cuanta desgracia, que horror...Gracias siempre por tus comentarios...bsos de buenas noches..
ResponderEliminarHola, soy Luis, seguidor de Los 7, estoy aqui muy confortado y triste a la vez por estos dias que nos atrapan, no hay consuelo por estas almas y nosotros en la nada, hubiera sido mejor conocernos en otro momento.
ResponderEliminarVa mi 10.
luis15420@hotmail.com
ha sido y es horrible, se han unido una series de factores que ha hecho que haya sido una catátrofe, mi más sentida solidaridad hacia ellos.Bsitos amiga.
ResponderEliminarSuscribo todo lo que escribes, Miuris. Mi solidaridad y apoyo al pueblo japonés. Fuerzas para seguir. Abrazos.
ResponderEliminarUnamos nuestros pensamientos, nuestras energías positivas y elevemos al cielo una plegaria por Japón.
ResponderEliminarGracias amigas y amigos.
Abrazos.