Presentí tu mirada,
como un dardo entre la sombra,
mis ojos se nublaron,
pero con mano firme
enjugué la humedad
pues si lloraba,
no podría mirar la estrella
que me hablaba de alguien
que en verdad me quería.
Así como maduran las uvas, caen mis letras plasmando la esencia de mi verdad más profunda. Empecé a soñar donde el cactus es una piedra más del camino y reverbera el sol, donde la noche se irradia de estrellas que se reflejan sobre la blancura de los jazmines que pueblan mis recuerdos. Soy un latido de una ciudad que es un corazón. Dos cielos me cubren, el propio y el de Sevilla, ciudad pasión y melodía.
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