mis palmeras se trocaron en olivos,
mis jazmines se volvieron azahares,
mis limoneros viñedos.
De repente, mi Norte, se tornó en Sur
y mi eterno verano, de invierno se contagió.
En nueve horas de viaje calculaba con mis dedos,
seis horas que naufragaban en el medio del océano,
mi sangre aún se resiste, el frío me está calando,
entre añoranzas de olores, de ternuras y colores,
de sabores y de amores, presa mi alma se encuentra
se debaten en mis venas el calor de mi Quisqueya
con el color andaluz.
Por vino, cambié el ron,
por cafelito el café, por tapas la picadera,
merengue por sevillana, tambora por castañuela,
pelota por el balón.
Tengo en cada dedo una herida,
no acabo de aprender a cortar
lo que mas me gusta de España: el jamón,
no por Dios! Que digo, lo que mas amo de aquí
es a quien me está contagiando de andaluza.
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