Que bonito sería si pudiésemos desear a todos, una feliz Navidad sin remordimientos, sin que se escondan detrás de esta entrañable frase, vergüenzas ajenas o propias, sin guardar resentimientos.Lo cierto es que aunque se diga con una encantadora sonrisa, no siempre se recibe igual, ya que la recepción depende de muchas circunstancias.Lo ideal sería que cada familia en todos los países del mundo, pudiera, de acuerdo a su cultura, manifestar alegría y satisfacción en este llamado tiempo de paz y esperanza.Sin embargo, todos sabemos que no es así, la humanidad vive en la actualidad momentos de apuro y aunque hay muchos a quienes les sonríe la fortuna, son muchos más los que no tienen ni siquiera derecho a la comida, alimentación, educación, salud, consideremos si esos núcleos a los que todo falta, pueden sonreír al recibir una felicitación navideña, frase hecha que la mayoría de las veces se dice mecánicamente, sin analizarla, sin medir si es más conveniente callar, que expresarse de manera tan trivial.Ejemplos sobran para pensar que el mundo va a la deriva, podríamos tomar como tal, a cualquier país de África, de esos para los que las ONGs, anuncian interminables campañas de ayuda porque sus necesidades son tan gigantescas, que no terminan nunca.Viajemos mentalmente a Haití, el país caribeño que hará dos años fue estremecido por un temblor de tierra que removió sus cimientos sembrando en sus entrañas, más dolor y miseria de las que ya tenía ese pueblo desamparado y castigado por la mano del hombre y la naturaleza.No me imagino sonriendo deseando a los haitianos una feliz Navidad, porque a mi misma me parecería una burla desear felicidad a quien carece hasta de los derechos más elementales, a personas a las que han quitado hasta la dignidad de morir, ya que ni para morir, tienen espacio.Hoy a casi dos años, esta tierra está removida y bajo ella se esconden aún vestigios del horror padecido, calles repletas de basura, escombros, fosas atiborradas de restos, gente que camina como autómata sin saber adonde ir, ni que buscar.No tienen esperanza ni derecho a ilusiones, han perdido los sueños y si acaso quedara en una parte de ellos, alguna fe, me da miedo saber en que o en quien confían. Gente abandonada a su suerte, porque a pesar del escándalo publicitario sobre ayudas descomunales, a ellos si acaso algo llegó, pudo haber sido tal vez una ración de comida, una muda de ropa, o una manta, lo demás, dinero recaudado y otras provisiones, habrá ido a parar al mismo lugar donde suelen ir a parar esas cosas en estos países y también en otros, que donde quiera se cuecen habas. El hacinamiento, el hambre, la miseria escalofriante en medio de la corrupción de quienes deberían de ser paladines del bien, falsos quijotes que se lucran del dolor de su propia tierra, caciques indignos de vivir y que son no obstante, abanderados de toda la fortuna y no hablamos solo de fortuna material, sino otra más profunda y verdadera, la que involucra la paz familiar. Con el pasar de los días, crecen los males, se acrecientan las epidemias y los excluidos, como una masa grandiosa en penumbras, deambulan porque los han obligado a salir de las carpas donde se guarecían y los organismos de ayuda, ya no encuentran albergue para ellos. Conservando la distancia, este y otros pueblos, viven un calvario parecido al de Jesús y quien sabe si muchas de las mujeres, tocan de puerta en puerta, en busca de una guarida para parir, peregrinaje insufrible que también se asemeja al de la divina familia cuando la Virgen estaba a punto de traer al mundo, al Redentor. Habríase visto más injusticias, habríase vivido más desamparo, más abuso? Ante este panorama desolador, Michel Martelly, el flamante Presidente de Haití, pugna por restablecer las instancias castrenses, porque el ejército, es en estos pueblos, parte del entinglado explotador y abusivo, porque el ejército, es parte de la “dignidad” de los pueblos tercermundistas, se puede vivir sin comida, en un estado insalubre, puede continuarse siendo ignorantes, pero sin ejército, nunca.El mandatario cuestiona a la comunidad internacional por el supuesto olvido de las promesas incumplidas a la nación haitiana, pero pretende hacer uso de los recursos públicos para organizar las Fuerzas Armadas, demostrando con ello, que la vida de su gente, no le importa en absoluto.Así anda el mundo, la situación haitiana es solo una mínima parte del acontecer mundial, pobreza, abusos, corrupción, campean por sus fueros, en naciones grandes y pequeñas y los mandatarios y los poderosos, amparados en la "crisis mundial", se lucran, haciendo más grandes sus fortunas.Motivada y conmovida por estas situaciones, personalmente me siento incapaz de decir feliz Navidad, a sabiendas de que una inmensa mayoría de seres humanos, no la tendrán, peor aún, esta época les pasa absolutamente inadvertida y que bueno para ellos, bendito olvido que cubre memorias tan desdichadas.
Cuanta verdad en tus palabras, si pudieramos festjar sin remondimientos.....
ResponderEliminarCosas que duelen de la Navidad. Pura hipocresía, consumismo, cero reflexión sobre el nacimiento del hijo de Dios. Este mundo es de pesares, la felicidad es un momento. Pero más son los dolores, por eso, esos instantes de feliciadad la gozamos como si fuera la última vez. Por lo demás, tienes toda la razón en lo que expones en este post. Saludos
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