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miércoles, 3 de agosto de 2011

Dos hombres, una misma ciudad




En la misma ciudad,

dos hombres están muriendo,

cerca, pero lejos,

igual, pero de diferente manera.

Uno envuelto entre sábanas de seda,

Vivía sus horas finales,

abrigado, dos médicos solícitos a su lado,

complacían sus gustos, sus antojos,

bandejas iban y venían,

el pobre hombre, apenas ya podía moverse.

Del otro lado,

cinturón de miseria,

un infeliz desventurado,

sobre un lecho de cartón,

agonizaba macilento,

sus manos, eran huesos con pellejo,

su cara enflaquecida,

ojos turbios y labios tan resecos que sangraban.

Tenía frío el pobre, hambre tenía,

moriría hambriento,

agua! Tengo sed –decía,

a su lado unas pocas personas, hijos tal vez,

esposa, amigos?

Su cuerpo lánguido,

era casi una irreverencia,

su ropa raída, dejaba ver sus partes íntimas,

su pecho jadeante, no de pasión, sino de angustia.

Más allá,

El otro hombre, había exhalado su postrer suspiro,

los discretos gemidos y las escasas lágrimas,

se enjugaban con pañuelos de lino.

Un carro fúnebre, largo, brillante, todo negro,

vino a recogerlo, lo llevaría al mas ‘selecto” velatorio,

era ya noche, la familia, se retiró a descansar.

Mientras la otra historia casi concluía,

era una triste alborada,

el desdichado con los ojos cerrados,

intentaba levantar una mano y asirse a algo, a alguien,

su mano cayó si encontrar donde apoyarse,

abrió apenas un instante los ojos,

para inclinar su cuello, quedando estático.

Acaba de morir, dijo un piadoso, Dios le acompañe,

de inmediato, ayes lastimeros brotaron de los deudos,

El pobre – no debió de morir, decía uno,

cuanto sufrir, murió con hambre, hasta con sed,

no se apure comadre – allá en el cielo,

ya no tendrá hambre ni sed ¿?.

Sale el cortejo,

En un triste ataúd iba el cuerpo de un hombre

que “vivió”,

apenas unos cuantos, no llegaban ni a diez,

tuvieron que arrimarse a la orilla,

porque otro cortejo abarrotado de personas, de flores

cirios encendidos, venía en vía contraria,

era el poderoso que al mismo tiempo,

con el pobre agonizaba.

Dos hombres que morían,

misma hora, idéntica ciudad,

desigual vida, distinto cementerio,

el del pobre, apenas un solar baldío,

el del rico, un santuario, una verde colina

circundada de cipreses,

el mármol de las tumbas relucía reflejando el sol.

Dos hombres han muerto al mismo tiempo,

Irán juntos al cielo?

Acaso allí, como en la tierra

existirán desigualdades tan marcadas?

Padre Nuestro que estás en los cielos…

2 comentarios:

  1. Hola amiga Miuris, la verdad es que siempre
    es un grato placer pasar por tu bonito blog, me gustan tus pensamientos.

    He visto tu comentario en mi blog, es verdad que hay mucha gente que esta de vacaciones hasta Septiembre, aquí la gente aprovecha el verano para desconectar, yo las empiezo el
    13-08 pero ya sabes que siempre tienes mi compañía.

    Que tengas una bonita semana.
    un beso.

    ResponderEliminar
  2. Hola Ricardo:
    Es una alegría tenerte en Mis Vendimias, pues si, al parecer todos se han ido de vacaciones y las ciudades quedan casi vacías, Sevilla a expensas de mis pasos, caminando ensimismada descubriendo en los muros, piedras y flores, motivos nuevos para inspirarme.
    Que disfrutes mucho, un abrazo

    ResponderEliminar

¡Brindis!

Esta es la mejor cosecha, el brindis exquisito de las letras.