No me supiste amar y sin embargo,
todo mi amor te di,
fue igual, nunca entendiste nada.
Nunca llames amor a un mal amor,
jamás pidas aquello que no pudiste dar,
ni marchites la rosa que no sabes regar.
Así como maduran las uvas, caen mis letras plasmando la esencia de mi verdad más profunda. Empecé a soñar donde el cactus es una piedra más del camino y reverbera el sol, donde la noche se irradia de estrellas que se reflejan sobre la blancura de los jazmines que pueblan mis recuerdos. Soy un latido de una ciudad que es un corazón. Dos cielos me cubren, el propio y el de Sevilla, ciudad pasión y melodía.
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