¿Quien me presta una escalera para trepar al cielo a robar una estrella?
¿Alguien me presta un soneto, una poesía, algo de prosa o acaso una canción?
Quien pudiera ser Quijote y siendo un héroe ficticio, perpetuarse, hacerse perdurable.
Soy en cambio, una gota de lluvia tan diminuta, que se evapora sin llegar al suelo, una insignificante partícula dentro de tu cosmos.
Pregunté al silencio y a la noche, clamé en la madrugada y fue tal el silencio, que cualquiera diría que mi respiración era un concierto de instrumentos desafinados.
Expectante, aguardaba una respuesta y solo el eco multiplicó mi grito, empapada, absorbiendo la sal de mis lágrimas, corrí cortando las sombras con la daga de mi angustia.
Quizás alguna vez fui un pensamiento, o tal vez un suspiro imperdonable, un virus que se metió en tu cuerpo y lo debilitó.
La culpa no fue mía, nunca te busqué, más bien nos encontramos en el camino de la vida, yo precisaba de ti y tú siempre dispuesto a ser un manantial, encontraste en mí, un recipiente perfecto para esparcir tu cantera.
Posiblemente desgaje mi cerebro y no sea capaz de trocar en letras un solo pensamiento, quizás lo más que podría, es escribir una canción sin ritmo, unas palabras carentes de rima y melodía.
Todavía no se, como definir lo que ha pasado, creo que mi ser aletargado está incapacitado para percibir porqué después de haberme buscado, de infiltrarte en mi adentro y tomar posesión de mi alma, ahora me abandonas.
Te escabulles, te llamo y no respondes, te busco y no te encuentro… …
¡Cobarde! ¡Te escondes! Persigo tu sonrisa chispeante, tu voz que adivinaba confundida entre las madreselvas enredadas en mi ventana perfumando mi noche.
Recuerdo el fragor con que irrumpías en cualquier momento, mientras dormía, durante la comunión con mi yo, en el estallido de la pasión, o cuando abatida, seducida por el olor a tierra mojada, corría sedienta y desesperada bajo la lluvia que sorprendía la tarde dejándome con la ropa adherida a mi piel, calando mis deseos más íntimos.
Tu acudías en seguida, parecías adivinar que guardaba suficiente miel en el panal y me colmabas, mis manos se movían como dos mariposas que acababan de dejar perdido el capullo y volaban hacia la primavera.
Me evadía y permitía que penetraras en mi piel, que me inundaras y poseyeras cada parte de mi.
Me buscabas cuando estuve confundida, coleccionabas cada letra que salía de mí, decías que yo era tu musa predilecta, que nadie como yo captaba lo que sentías y ahora que me eres imprescindible, te escondes ajeno y sordo a mi llamado, dejándome perpleja.
Levitando en el sopor de la noche, que no es noche sin ti, te pienso y hurgo inútilmente dentro de mí buscando una respuesta, no alcanzo a comprender el motivo de tu olvido.
Me hiciste soñadora de esperanzas, cazadora de sueños, dueña y señora de la palabra que me insuflabas.
¿Dónde estás? Me ilusiona imaginar que estás tras de mi puerta, ¡Es solo fantasía!
Creo que te has ido de viaje, habrás partido entre un remolino de hojas secas de otoño, navegarás quizás por mares insondables, misteriosos. Viajarás entre olas azuladas, enamorando caracolas, inspirado en sirenas, posiblemente mundos muy diferentes y lejanos del mío.
Otra dimensión, tal vez en una estrella, o una nube, otro universo ¿Donde?
Quizás otro hemisferio te haya seducido y cabalgando en llanuras inmensas, te confundas en caminos de arena, ¡Cuidado! Hay arenas movedizas que acechan y es poca la poesía que podrás hacer sepultado en la arena.
Ahora que me ignoras, que solo en mis quimeras apareces, cómo vivir sin ti, tengo las alas rotas y mi pecho aterido de suspiros dolorosos, que te llaman, porque cada latido de mi pecho, grita tu nombre.
Protagonista: La INSPIRACIÓN, que me dejaba atascada frente a mi ordenador, resistiéndose a llegar.
Basta ya de elucubraciones ¡Mal pensados!
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