Belleza y
juventud son dos circunstancias anheladas a las que muchos no quisieran
renunciar, hasta el extremo de buscar paliativos no siempre sanos tanto para el
cuerpo, como para la estabilidad emocional.
Si todos
pudiéramos asimilar que ambos conceptos tienen un carácter tan transitorio como
la vida misma, posiblemente, estaríamos capacitados para vivir de una manera
más acorde con lo que son las leyes de una naturaleza establecida que aunque no
siempre nos agrade, estemos o no de acuerdo con esos preceptos, son ellos los
que nos rigen.
Ojalá nos
fuese dada la capacidad de entender que es más importante sentirnos bien con
nosotros mismos no por lo que proyectamos físicamente, sino por lo que somos
interiormente, tendríamos un mejor mundo, viviríamos una vida más en
consonancia con el propósito de ser seres con entendimiento razonable, cuyo
propósito no es simplemente mirarse al espejo y buscar en él satisfacer la
vanidad.
No es
negativo desear ser bella/o lo negativo es querer serlo a toda costa, más allá de
lo que nos ha dotado la naturaleza, llegando al extremo en muchos casos de hacer
hasta lo imposible por lograrlo.
La belleza y
la juventud son tan perecederos que es una necedad malgastar el tiempo pensando
que la perderemos, o la hemos perdido, la verdadera inteligencia consiste en
tratar al menos de hacer de nuestra vida una esponja que absorba las mejores
corrientes, las más positivas que nos llenen y colmen nuestro espíritu, de esa
manera, siempre nos sentiremos motivados para seguir adelante, aunque la vida no sea siempre agradable
Podríamos detenernos un instante a pensar que ayer mismo éramos unos niños, luego
adolescentes queriendo correr tras la vida imaginando que era un paraíso, para
ser más tarde, unos adultos a veces satisfechos, otras inconformes, nos
sorprendemos de ver que rápido pasa el tiempo, que existen todavía, quienes nos
consideran jóvenes, son los padres y viejos amigos de éstos, porque en sus
mentes no hemos crecido más que para responsabilizarnos de lo que ellos a su
vez, hicieron antes con sus mayores.
Las
familias se componen de generaciones, unas van traspasando umbrales
sorprendentes, otras asoman y aunque crucen esas puertas, no las asimilan, lo
peor no es eso, quemar etapas que aunque
transiten, no “viven”.
Se valora no solo el vino, sino la copa donde se toma, se captura en una mirada
todo un mundo, en una palabra, esa libertad que tanto perseguimos
No hay comentarios:
Publicar un comentario