
Un tintineo, un eco,
una vieja carta de letras amarillas,
las notas apagadas de un violín en la noche,
una caracola cubierta por la arena.
Como gotas de lluvia,
dos lágrimas que como un par de perlas
titilan en medio de la noche sin llegar a caer,
un relicario que se guarda como un tesoro.
Una música vibra y unas mariposas,
mientras danzan,
van dejando una huella de diamante.
Todo grita,
la tarde acribillada por la noche,
y ésta herida por el amanecer.
Todo ríe y gime al mismo tiempo,
las palabras cruzadas,
la mirada huidiza,
un alarido tímidamente estalla lacerando.
Corazones helados!
Sigue la fantasía inventando quimeras,
retando con melodía divergencias,
encendiendo luces donde adivina sombras,
inventando sonrisas
cuando el llanto amenaza.
El tintineo, el eco, la vieja carta,
las notas del violín y las gotas de lluvia,
son entelequias que concibe la esencia
cuando quedan las manos
vacías de ilusiones.