Alma Cautiva

Una densa atmósfera de nostalgia me envuelve, algo pasa en mi adentro que causa una sensación extraña, indefinible, tal vez el cielo gris que a través del ventanal se adentra en mi yo, sea culpable de esta inquietud que me abate, me estremece pensar que mi alma cautiva en algún lugar, cometa travesuras inconfesables por las que yo deba responder.

La tarde transcurre apacible, un tímido sol, basado al parecer en su habitual gallardía, ha traspasado las entrañas de las nubes y deja un tenue calor sobre la tierra.

Tarde y sol, son eslabones que se atan al crepúsculo para enlazar con la noche y engarzar diabluras, por ella transita la veleidosa musa que puede, como Hada Madrina, tocar la inspiración.

No tengo dudas, mi espíritu ha escapado de la vestidura corpórea que le aprisiona y desdoblado, sale a la intemperie a bañarse con los rayos de sol, a sabiendas de que estará pronto bajo una lluvia de estrellas, que le ayuden tal vez a descifrar el misterio que le acongoja. Invisible, atrevida, sinuosa, allá va mi alma libre como el viento, decidida a vivir sin censura, su aventura.

La fantasía ejerce su magia, brota de la nada el recuerdo de una mirada que me persigue y se vuelve aroma que invade mis moléculas, es noche ya, un silencio impresionante me rodea, la belleza del horizonte sideral me deja sin palabras, un hechizo se apodera de mi alma que se contrae dejando escapar una lágrima de emoción.

Atrapada en medio de una nube, empiezan a caer gotas de lluvia, ¡No! Son gotas de rocío y están heladas, tiritando empieza a envolverme un sopor y de repente, floto sobre una mullida alfombra que me eleva por lugares ignotos y empiezo a soñar, me agito en trepidante vuelo y sumergida en un vaho de ensoñador arrullo, atravieso casi las barreras del infinito.

Un gato maúlla a lo lejos, enamorado marcará los tejados persiguiendo a su gata, va dejando su rastro para que otro felino no ose pisar su territorio. Mas allá se escucha un murmullo, es la narración de una fantástica historia entre ninfas y duendes que se aman en un reino de quimera.

La noche es para amar, para tejer ilusiones y como mariposas, verlas volar cruzando cirros de nubes blanquecinas.

Mas allá, se escucha el tintineo de cristales que chocan, son dos amantes que en medio de la noche, reafirman con un brindis, un juramento de amor, entre el gorjeo apasionado de las medias palabras cortadas por un beso.

El alma sigue oteando en la sombra, ilusionada anhela encontrar en algún lugar lo que busca, huele a besos, a sueños, y una serenata de fantasía se hace eco convertida en poesía.

Se evade el alma, se eleva imaginando que el cielo es una playa, el azul es el agua, las estrellas la arena y la luna que de pronto aparece en el escenario encantado de este espejismo, se convierte en musa y hace temblar el éter porque los astros sienten celos de su encanto.

Ella va directo al mar, su luz de plata se sumerge en el agua y el océano inmenso se cubre de diamantes que las olas arrastran y rompiendo el silencio, dejan sobre la arena…

El alma ya no está cautiva, despierta lentamente, ¡No! No quiero despertar y admitir que he soñado, me quedaré dormida y a bordo de una estrella, seguiré persiguiendo fantasías.