El maullido de un gato removió evocaciones
que adormecidas me acompañan.
Era una madrugada que me alcanzó despierta
con tu recuerdo atravesado en la conciencia.
El sueño fue el gran ausente,
camarada de noches de desvelo
en las que todas mis soledades se convocan.
No pude más,
sentí en ese instante que me odiaba
y odiaba todo lo que me confinaba a la desdicha.
Volvió a maullar el gato, parecía reñirme,
o quien sabe si acaso era una gata, que como yo sufría
y en su grito, me demostró que me entendía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario