Igual que ayer,
como siempre,
lo mismo que mañana.
Somos un camino largo
bifurcado, impreciso,
bajo la lluvia a veces,
o con la piel tostada por el sol.
Unas veces con sed y hambre,
otras tantas, cantando,
para acallar la angustia
que muy dentro nos late.
Laberinto perdido entre ideas confusas,
remolino azotado por su propio caudal.
Somos más que un deseo de llegar,
mucho menos que el afán lograr un anhelo
que dejamos perdido,
enmarañado en medio de un vendaval,
que a mitad de los sueños,
como una muralla,
se cruzó en el camino.
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