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sábado, 3 de septiembre de 2011

Caminante sin rumbo


Bajo la arena ardiente,

resignada y silente caminaba,

un volcán interior calentaba su sangre,

hacía presa de ella la ansiedad.

Larga ruta de hiel y espina,

laberinto henchido de imposibles.

Noche Sin fin, reloj que no mueve sus agujas,

el tiempo se detiene

mientras la agonía,

hace de su cuerpo un derrotero.

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¡Brindis!

Esta es la mejor cosecha, el brindis exquisito de las letras.